El aguacero nos da la bienvenida ni bien pisamos tierra firme y, aunque trato de cubrirme con el paraguas comprado en La Paz y un cuasi-impermeable que ni se me ocurrió usar en toda la argentina, pero que ahora me cubre casi todo el cuerpo y mi inseparable bolso, que indiscutiblemente me hace parecer como de 9 meses de embarazo, camino empapada por entre las viejas calles empedradas de Colonia de Sacramento en un intento de recorrer y conocer esta pequeña ciudad peninsular habitada por los portugueses hace menos de medio siglo; aunque el fuerte viento que acompaña este mini-diluvio logra romper de una vez por todas el paraguas y ya totalmente desarmadas y con el plano medio deshecho en las manos, decidimos que lo nuestro es la aventura y que este recorrido por el sur por muy caluroso o "húmedo" -fuera el caso-, sería inolvidable y, así lo fue.
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