jueves, 28 de agosto de 2008

Tu ausencia...

Observar esa foto tuya inevitablemente ha dejado al descubierto esa pena que no me ha dado tiempo ni tregua de aplacar. Nuestros ojos cansados y enrojecidos nos delatan, y es que no solamente nos preguntarnos cómo serán nuestra vidas de aquí en adelante; ya hemos empezado a sentir tu ausencia y la pérdida de esa estabilidad que tu presencia simplemente nos irradiaba.

Solo han pasado un par de días desde tu partida, tus maletas esperaban insistentemente ser llenadas, pero tú te resistías en un intento de hacer un alto en tu lucha entre lo soñado, lo que será, lo que tendrías que dejar. Ahora empiezo a comprender lo minucioso de tus actos, lo reservado de tu carácter, el cariño de tu abrazo, tu tristeza, tu inmensa alegría ante la respuesta de un sueño cumplido.


Debo confesarte que tu persistencia no cabía en mi entendimiento; suelo mirar las cosas próximas y no desde un plano alto y extenso como lo haces tú que ante cada rechazo, aparente respuesta y final negativa, veías tus sueños reavivados por esas dulces notas derramadas para hacerte confiar en que ". . . todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá." (Mt. 7:7)

Sé que pasará largo tiempo hasta que volvamos a reencontrarnos, tener una de nuestras salidas, los 3 juntos, los 5 juntos, pero confío en que Aquel que ‘todo lo hizo hermoso en su tiempo’ acompañará nuestro caminar y su gracia será suficiente para llenar nuestros corazones tanto en los días oscuros como en los días soleados.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Hace poco aprendí que contar hasta 10 puede ayudar a contener una emoción fuerte. Pero ¿qué podría hacer con una situación como la tuya? ¿bastará con contar hasta cién?
Solo Dios nos ayuda a aprender del dolor.

Un abrazo

REN